Abolición de la pena de muerte

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La pena de muerte no es un instrumento eficaz en la lucha contra la delincuencia. La pérdida de vidas humanas que conlleva es irreversible y ningún sistema jurídico está a salvo de un error judicial. Recurrir a la pena de muerte no es emplear un mero instrumento de política penal, sino que es una violación de los derechos humanos. Son muchos los textos internacionales que prohíben su aplicación.

La abolición de la pena de muerte es una causa con una fuerte carga simbólica, que recuerda la universalidad de los derechos humanos.

La concienciación mundial a favor de la abolición de la pena de muerte avanza en todos los continentes, independientemente del tipo de régimen político, del nivel de desarrollo o de la herencia cultural.

Asistimos a una tendencia a la baja del número de condenas a muerte y de ejecuciones en el mundo. A día de hoy, más de dos terceras partes de los países del mundo han abolido la pena de muerte de iure o de facto. En 20 años, más de cincuenta Estados han prohibido la pena de muerte en su legislación.

Por su firme compromiso a favor de la abolición universal, Francia ocupa hoy un lugar destacado entre los principales Estados comprometidos en la lucha contra la pena de muerte.

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10 de octubre de 2018