La COP21 o Conferencia de París

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La COP21 o la 21.a sesión de la Conferencia de las Partes ha permitido conseguir un nuevo acuerdo internacional sobre el clima, el Acuerdo de París, aplicable a todos los países. Tiene como objetivo mantener el calentamiento mundial por debajo del límite de los 1,5-2 °C en comparación con los niveles preindustriales, de conformidad con lo que preconiza el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Este Acuerdo, que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016, es histórico por su carácter universal (solamente Irán, Libia y Yemen no lo han ratificado) y por la fuerza de los compromisos y objetivos que contiene.

Francia, acogiendo y presidiendo la COP21, quiso apoyar un proceso de negociación multilateral y escuchar a todas las partes interesadas para alcanzar un acuerdo:

  • universal y jurídicamente vinculante,
  • justo y diferenciado,
  • sostenible y dinámico.

Un acuerdo jurídico universal y aplicable a todos

Las 198 Partes en la negociación se han comprometido a formular estrategias de desarrollo bajas en emisiones de gases de efecto invernadero a largo plazo. Es la primera vez que se logra un acuerdo universal sobre lucha contra el cambio climático.

Se aplican algunas normas jurídicamente vinculantes a los Estados partes, como la obligación para los países desarrollados de prestar una ayuda económica a los países en desarrollo para la aplicación del Acuerdo.

Un acuerdo justo y diferenciado

Frente al desafío que supone el clima, el acuerdo reconoce una responsabilidad compartida pero diferenciada de los Estados, en función de las capacidades respectivas y de los diferentes contextos nacionales.

Toma en consideración, en concreto, el nivel de desarrollo y las necesidades específicas de los países especialmente vulnerables. Además de los compromisos financieros, los países industrializados deben facilitar las transferencias de tecnología y, de forma más amplia, la adaptación a una economía descarbonizada.

En cuestión de transparencia, un sistema de seguimiento de los compromisos nacionales, con cierta flexibilidad para los países en desarrollo, permite realizar un seguimiento de los esfuerzos de cada uno.

Un acuerdo sostenible y dinámico

El Plan de acción permite implicar a diversos actores y avanzar en prioridades sectoriales sobre la base del principio del voluntarismo, con el objetivo de garantizar progresos más ambiciosos.

El objetivo consiste en mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales y en proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C. Para ello, el Acuerdo de París prevé que cada país revise sus compromisos cada cinco años, mediante la comunicación de una nueva contribución determinada a nivel nacional más ambiciosa que la precedente y la adopción de nuevos objetivos de disminución de sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Las Partes se han comprometido a alcanzar lo antes posible el tope de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero para alcanzar un equilibrio entre las emisiones y las compensaciones de éstas en la segunda mitad del siglo.

Un apartado financiero para garantizar la solidaridad internacional con los países más vulnerables

La financiación es crucial a la hora de apoyar a los países emergentes y acompañar la transición hacia economías descarbonizadas. El acuerdo prevé que, a partir de 2020 y hasta 2025, se movilicen 100 000 millones de dólares anuales, procedentes de fuentes públicas y privadas, para financiar proyectos y ayudar a los países en desarrollo a implementar sus objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y a adaptarse a las consecuencias del cambio climático (subida del nivel del mar, sequía, etc.).

La financiación debería ir aumentando y también algunos países en desarrollo podrán convertirse, de manera voluntaria, en donantes para ayudar a los países más pobres.

¿Cómo han contribuido los Estados a la COP21?

Antes de la COP21, cada país tuvo que preparar y publicar una contribución (o INDC, Intended Nationally Determined Contribution). Se trataba de un nuevo dispositivo, que permitía que cada Estado interesado participara en el esfuerzo universal a través de un plan de trabajo concreto alrededor de 2 ejes:

  • la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2025-2030,
  • la adaptación o reducción de la vulnerabilidad frente a los efectos del cambio climático.

Las contribuciones se iban publicando en la página web de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) a medida que se iban recibiendo. El 22 de noviembre de 2015, una semana antes de la conferencia, 170 países, que representaban más del 90 % de las emisiones, habían publicado su contribución determinada a nivel nacional. Cada contribución debía presentar elementos cuantificables, el año de referencia, el calendario de aplicación, así como la metodología para cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Todos los países han participado en este esfuerzo y varios de ellos (Cabo Verde, Papúa Nueva Guinea, Samoa y Vanuatu) se han comprometido a una transición hacia energías 100 % renovables para 2030.

Actualización: noviembre de 2023