América del Sur está cada vez más integrada en el mundo
En el ámbito político y comercial, América del Sur lleva varios años buscando diversificar sus asociaciones, en especial debido al efecto de la política comercial estadounidense. Esta tendencia puede ser beneficiosa para las relaciones con China, que ya es el segundo cliente de Latinoamérica (es el primer cliente de Brasil, de Perú y de Chile, por ejemplo) gracias a la adquisición de materias primas, y se va convirtiendo además en un inversor importante.
También se está produciendo un acercamiento con la Unión Europea a través de negociaciones para alcanzar un acuerdo de asociación con MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) o de la modernización del Acuerdo de Asociación UE-Chile. La Unión Europea también firmó un Acuerdo Comercial que la vincula a Colombia y al Perú (2012) y a Ecuador (2016).
Para los próximos cinco años, las previsiones económicas apuntan a que Sudamérica vuelva a crecer entre un 1,5 % y un 4 % tras dos años de recesión (2016 y 2017). Las perspectivas que abren el acuerdo de paz en Colombia y la vuelta a una lógica económica de apertura en Brasil y en la Argentina contribuyen a este optimismo, que, sin embargo, podría verse afectado por la ralentización del comercio internacional. La región dispone de grandes bazas que pueden ser de ayuda a la hora de enfrentarse a estos desafíos:
- Desde hace más de veinte años, una mayor estabilidad política. La reciente alternancia en distintos países ha confirmado la solidez de las instituciones democráticas, que podría favorecer la integración regional, tal y como demuestra el acercamiento entre MERCOSUR y la Alianza del Pacífico;
- La predominancia de políticas económicas relativamente sanas y prudentes, preocupadas por respetar los grandes equilibrios macroeconómicos. Por otra parte, y a largo plazo, la ampliación de las clases medias (formadas por más de 280 millones de latinoamericanos) también debería contribuir a reforzar las exigencias de la población en cuestión de gobernanza.
Francia aspira a colaborar con los países de la región de manera duradera
La apertura de Sudamérica crea nuevas expectativas respecto de Europa. Francia está en condiciones de responder a ellas. Tradicionalmente, Francia ha mantenido una buena relación con los países de la región, relación que facilitan valores compartidos y un gran número de afinidades culturales.
Durante estos últimos años los lazos políticos entre Francia y los países de la región se han reforzado notablemente (desde 2012, se han producido cinco visitas presidenciales, tres del primer ministro y once del ministro de Asuntos Exteriores a América del Sur).
Contamos con socios importantes en el subcontinente, tanto en el plano económico (Brasil representa el 7º superávit comercial de Francia en el mundo), como universitario y científico (programas ECOS-SUD con la Argentina, Chile y Uruguay, ECOS-NORD con Colombia, MATH-AMSUD con la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y el Perú, BRAFAGRI y BRAFITEC con Brasil, etc.). El acercamiento con la OIF (la Argentina y Uruguay se han convertido en miembros observadores) también da fe del interés renovado para el francés, que debe alentarse desde la cooperación lingüística.
En materia educativa, Francia y Sudamérica tienen saberes hacer que compartir. La cooperación en torno a la formación profesional, que ya se ha entablado con Chile (Universidad Técnica de Viña del Mar), Ecuador (Unidades Educativas del Milenio) o la Argentina (Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba) es una vía en la que se debe ahondar.
En los foros multilaterales, los países de Sudamérica son para Francia socios con los que lo que les acerca (proximidad cultural, democracia, Estado de derecho, multilateralismo) pesa mucho más que la no coincidencia en lo que se refiere a ciertos análisis. El papel de los Estados de la región en las negociaciones de la COP21 recordó lo preciosa que resulta esta proximidad a la hora de enfrentarse a los grandes desafíos de la globalización. Para la Unión Europea, y por ende para Francia, su peso en las Naciones Unidas (Asamblea General, Consejo de Seguridad, instituciones y programas, participación en las operaciones de mantenimiento de la paz) supone mantener con ellos una verdadera asociación política.
Francia concluyó, entre otras, una asociación estratégica con Brasil en 2006 y apoya el proceso de paz que está teniendo lugar en Colombia. También trabaja con los países de la región sobre iniciativas multilaterales (con Brasil en la conferencia de París sobre Oriente Próximo en 2017, con la Argentina sobre la convención contra las desapariciones forzadas, con Chile sobre la financiación innovadora y el medioambiente) y aspira a que se reanude el diálogo para encontrar una salida a la crisis política en Venezuela a través de la Unión Europea. Francia también desarrolla relaciones con las organizaciones regionales sudamericanas y es miembro observador en algunas de ellas (CEPAL, Alianza del Pacífico, UNASUR).
En materia económica y social, Francia busca desarrollar relaciones de cooperación beneficiosas y basadas en la reciprocidad. Entre otras cosas, persigue instaurar verdaderas asociaciones tecnológicas con las economías sudamericanas, que contribuyen a diversificar las economías y ascender en la cadena de valor añadido. Esta ambición pasa, entre otras cosas, por el desarrollo de hubs y de comunidades French Tech (Brasil, Chile, Argentina) y de una cooperación universitaria y científica perenne. Por ello, resulta prioritario el vínculo entre investigación y producción, a través de la innovación.
En el plano social, los muchos intercambios desarrollados a través del programa EUROsociAL deben prolongarse para contribuir a consolidar los sistemas de protección social. Más ampliamente, los retos de gobernanza (reforma de las políticas públicas, lucha contra la corrupción y el blanqueo de dinero) son ineludibles y ya son objeto de diálogos fructíferos, en especial en el marco del proceso de acercamiento de varios países con la OCDE (Argentina, Brasil, Colombia, Perú).
A medio plazo, Sudamérica seguirá siendo la región más urbanizada del mundo y parece prioritario acompañar la consolidación de centros urbanos innovadores y sostenibles. El crecimiento urbano representa un desafío considerable en términos de transporte, acceso a los servicios públicos, seguridad o instalaciones. Francia contribuye intercambiando saber hacer, presentando la oferta de las empresas francesas en el ámbito correspondiente e interviniendo a través de la Agencia Francesa de Desarrollo (que está presente en la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y el Perú), cuya misión responde a este desafío.
Actualización : 24/05/2018