Las embajadas bilaterales

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La embajada bilateral, es decir enviada por un país a otro país para tratar sus relaciones mutuas, es una vieja institución que ha ido adaptándose a un contexto cambiante.

La embajada tradicional

Desde que hay Estados, hay embajadores. Las ciudades griegas intercambiaban "oradores". Roma enviaba "legados". Pero estas misiones eran despachadas en función de las circunstancias y por una duración limitada. El imperio bizantino fue el primero en crear el modelo de una organización diplomática. Los Estados italianos del siglo XV, débiles y divididos, establecieron representantes fijos ante las grandes potencias. Francisco I sigue este ejemplo: diputa representantes ante los suizos en 1522, luego a Londres, Venecia, etc. En 1815, el congreso de Viena adopta una carta de relaciones diplomáticas que apenas será actualizada antes de la convención - también de Viena - de 1961. Francia mantiene entonces cerca de cien misiones, de las cuales 32 fueron abiertas después de 1945. La distinción entre embajada y legación (con los pequeños países) desapareció en consideración a la igualdad soberana de los Estados. Ya no hay jerarquía oficial entre los puestos diplomáticos, pero subsiste una desigualdad de facto. Tal embajada de histórico prestigio ya no tiene gran importancia, tal otra de creación reciente sí goza de gran consideración.

Aceleración de la Historia Luis XIV tenía 19 misiones en el extranjero, Luis XVIII, 21; ahora hay 166.

La nueva embajada

La importancia relativa de los puestos varía rápidamente, y los Estados son cada vez más numerosos (las Naciones Unidas constan de 187 miembros). La carta diplomática y consular se adapta poco a poco: tras la dislocación de la URSS y de Yugoslavia, hubo que crear 15 embajadas en Europa en menos de diez años. Francia tiene ahora 149 embajadas, 17 representaciones y 113 puestos consulares. Algunos embajadores están acreditados en varios países. Se ensayan fórmulas nuevas: el embajador "fuera de los muros", basado en París, sin locales permanentes en el país en que está acreditado (Francia posee la segunda red del mundo, después de Estados Unidos). Se llegó a pensar que los contactos personales entre los dirigentes políticos y las nuevas técnicas de información y comunicación quitarían su razón de ser al cargo de embajador. Es un error: el volumen de las actividades internacionales crece aún más rapidamente que el ritmo de los contactos directos que, por su parte, multiplican el trabajo diplomático. Los altos dirigentes irían a sus entrevistas como verdaderos ciegos si no tuvieran equipos en el terreno para prepararlas. Aún más: les cuesta mucho más trabajo conocer la realidad de un país que en los tiempos en que bastaba tener trato con un soberano y su corte…


Un texto fundamental para profundizar nuestros conocimientos: el decreto del 1 de junio de 1979 "relativo a los poderes de los embajadores y a la organización de los servicios del Estado en el extranjero".

Decreto citado en la publicación El ministerio de Asuntos Exteriores

La embajada del siglo XXI

La reunión de los embajadores de 1998 imaginó tres tipos de embajada: en los países de la Unión Europea, incluso si la PESC progresa, las embajadas mantienen un papel decisivo de análisis de los móviles del país anfitrión, de explicación de las posiciones y de contacto; en los países llamados "emergentes" (es decir, aquellos que están saliendo del subdesarrollo), hay que hacer fructificar las relaciones: valorizar lo político y lo económico, modernizar lo cultural; en los países en desarrollo (aquellos que aún no han alcanzado el nivel de los anteriores), la cooperación sigue siendo fundamental.


La tarea de las embajadas bilaterales ha cambiado profundamente, pero no se debilita, al contrario, se amplía y se profundiza.