Artico

Compartir

Una región rica, frágil y en primera línea del cambio climático

El clima y el medio árticos están sufriendo transformaciones brutales debido a la presión del cambio climático, lo que ha llevado a concluir que las altas latitudes del hemisferio norte son una región sumida en una profunda crisis ambiental. Sin embargo, el Ártico es a la vez una zona económica con gran potencial gracias a las rutas marítimas polares, los recursos minerales y energéticos que atesora y la pesca, entre otros aspectos.

Una región rica, frágil y en primera línea del cambio climático

El informe del IPCC sobre el océano y la criosfera publicado en 2019, señala que en los últimos 20 años, en el Ártico, el aumento de la temperatura del aire en superficie duplicó la media observada en el resto del planeta.
Durante los inviernos de 2016 y 2018, la temperatura en superficie en el Ártico central fue 6 ºC más elevada que la temperatura media registrada durante el periodo 1981-2010, lo que ha contribuido a un retroceso del hielo en la región sin precedentes. En un informe publicado en mayo de 2021, los expertos científicos del grupo de trabajo AMAP (Arctic Monitoring and Assessment Programme) del Consejo Ártico señalaron que el aumento de las temperaturas medias en superficie en el Ártico entre 1971 y 2019 triplica el del resto de la Tierra.

Una de las manifestaciones más espectaculares de la actual evolución del clima es la importante disminución de la extensión del hielo marino ártico que se observa a finales de verano. Según este mismo informe, desde 1980, el volumen total de hielo marino ártico se ha reducido en un 75 %. Los expertos del IPCC prevén que en las próximas décadas los años sin hielo marino en verano sean uno de cada tres si el calentamiento global no puede contenerse al 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales.

Un componente fundamental para la regulación del clima
El océano Ártico es un componente fundamental de la regulación del clima del planeta. Según la bien conocida máxima de que «lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico», las consecuencias del cambio medioambiental y climático que están afectando a la región circumpolar norte ya se pueden apreciar en casi toda la superficie terrestre.

Los retos medioambientales y climáticos y las oportunidades económicas están íntimamente relacionados. En unos pocos años, se ha pasado a considerar la región ártica como una nueva zona de desarrollo económico y comercial potencial. Cuatro ámbitos de actividad merecen especial atención:

La explotación de recursos minerales

Según un estudio publicado en 2008 por el Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos, el Ártico puede encerrar hasta el 13 % de las reservas mundiales de petróleo todavía por descubrir y el 30 % de las de gas.

Esta riqueza lo convierte en una región estratégica en el plano energético, pero conviene matizar esta afirmación. Hay que relativizar la idea de la «carrera» por la explotación de dichos recursos, puesto que gran parte de los mismos se encuentra bajo tierra en los Estados de la región o en zonas marítimas que están bajo su jurisdicción (Zona Económica Exclusiva).

Además, las estimaciones del Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos se refieren a recursos por descubrir y extrapolados a partir de las características geológicas de cuencas sedimentarias que se conocen mal, en particular en el ámbito off-shore. El sobrecoste de la explotación generado por las condiciones relacionadas con el clima y el hielo, la falta de infraestructuras, el aislamiento y los peligros propios de las zonas polares disminuye considerablemente el atractivo económico de estos yacimientos.
Por último, la explotación de los recursos acarrea un riesgo medioambiental de primer orden puesto que resulta muy complejo reaccionar frente una marea negra si se carece de infraestructuras y técnicas que permitan luchar con eficacia contra este tipo de accidentes en aguas cubiertas por hielo y en un medio marino especialmente frágil.

Las rutas marítimas árticas

Cada año, el calentamiento global libera del hielo las aguas de la región ártica abriendo así la perspectiva de posibles nuevas vías de navegación marítima.

La Ruta Marítima del Norte

El Gobierno ruso ha convertido el desarrollo de la Ruta Marítima del Norte (RMN) en una de sus prioridades. Está modernizando e invirtiendo en infraestructuras para permitir explotar los recursos de las regiones del gran norte ruso y exportarlos a los mercados asiático y europeo.

La distancia entre Rotterdam y Yokohama por la RMN es un 40 % más corta que pasando por el canal de Suez. Este dato debe relativizarse porque la diferencia va reduciéndose a medida que los puertos de salida y de destino van estando más al sur de Europa o de Asia.
Ninguna de las grandes compañías de transporte marítimo ha desarrollado a día de hoy una línea intercontinental regular por la RMN y el aumento del tráfico marítimo transcontinental posibilitado por el retroceso del hielo estival debería seguir siendo marginal por lo menos hasta 2030.

Efectivamente, las condiciones de navegación son exigentes y peligrosas:

  • son extremas (hielo a la deriva, niebla, cartografía incompleta);
  • faltan infraestructuras de salvamento y puertos en aguas profundas;
  • falta un centro de transporte internacional;
  • se generan sobrecostes con la navegación en aguas polares (buques equipados para el hielo, formación de la tripulación, asistencia de rompehielos, seguros con un coste elevado).

La rentabilidad económica incierta, los retos relacionados con la seguridad de los buques y la necesaria protección del medioambiente, especialmente difícil de poner en práctica, no permiten plantearse seriamente que la RMN pueda competir con el canal de Suez o el estrecho de Malaca a corto plazo.

El Paso del Noroeste

Las aguas del Paso del Noroeste también se van liberando del hielo a consecuencia del calentamiento global. Sin embargo, el objetivo de Canadá no es desarrollar el tránsito marítimo: el «Marco político para el Ártico y el Norte» publicado por el Gobierno canadiense en septiembre de 2019 recuerda que la navegación es difícil y peligrosa debido a las condiciones variables del hielo e insiste en el riesgo que supondría para el medioambiente la multiplicación de la presencia de buques en la región.

A más largo plazo, con la desaparición regular del hielo estival debido al calentamiento global, la vía ártica central (que es más corta) podría acabar siendo tan o incluso más atractiva para el tráfico transcontinental que la RMN o el Paso del Noroeste.

Reglamentar la pesca en el Ártico

Bajo los efectos del cambio climático, la migración de las poblaciones de peces hacia el Norte y la mejora de las condiciones de navegación abren la posibilidad de explotar nuevos recursos biológicos renovables en alta mar, como el bacalao polar o las platijas americana y europea.

En ese contexto, que los cinco Estados costeros de dicho océano (Rusia, Canadá, Dinamarca (en nombre de Groenlandia y las Islas Feroe), Noruega y Estados Unidos) así como China, la Unión Europea, Islandia, Japón y Corea del Sur firmaran en octubre de 2018 el Acuerdo para impedir la pesca no reglamentada en alta mar en el océano Ártico central, supone un avance fundamental en la protección del océano Ártico y su frágil ecosistema.
El acuerdo dispone medidas de conservación y de gestión dentro del marco de una estrategia de preservación de los ecosistemas marinos y de conservación y explotación sostenible de las poblaciones de pescado a largo plazo.

Energías renovables y nuevas tecnologías

En una región en la que el cambio climático rima con perspectivas de desarrollo económico y comercial, proyectarse en términos de crecimiento verde apostando por las energías renovables, la tecnología verde, la inversión y la innovación constituye un reto muy particular. El Ártico es un laboratorio de nuevas tecnologías en los ámbitos de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), la robótica, los automatismos, los sistemas embebidos y los captores.

El Ártico, espacio de cooperación

La naturaleza y la escala de los desafíos en este espacio marino exigen que los Estados directa e indirectamente interesados mantengan un grado de cooperación internacional elevado.

Las oportunidades y los desafíos planteados por el deshielo del Ártico afectan en primer lugar a los cinco Estados costeros de dicho océano (Rusia, Canadá, Estados Unidos/Alaska, Dinamarca/Groenlandia y Noruega), que cuentan con una posición legítima y privilegiada para responder a ellos debido a su soberanía y su jurisdicción en grandes extensiones del mismo y de sus derechos soberanos sobre los recursos naturales que atesora.

A través de instancias de cooperación regional y de programas de cooperación bilateral con Rusia, el Ártico se ha ido afirmando como una zona de cooperación entre los países vecinos, que se han comprometido en la Declaración de Ilulissat de 28 de mayo de 2008 a solucionar pacíficamente sus controversias marítimas basándose en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

Varios Estados europeos y asiáticos no pertenecientes a la zona del Ártico han manifestado sus intereses y responsabilidades en un documento estratégico sobre el Ártico. La Unión Europea adoptó en 2016 una política para el Ártico integrada y está planteándose actualizar esas orientaciones. Francia ha adoptado una « hoja de ruta nacional sobre el Ártico » en la que se identifican, jerarquizan y coordinan las prioridades nacionales relativas a esta región.

El Consejo Ártico y las demás instancias de diálogo

El Consejo Ártico fue creado por la declaración de Ottawa de 1996 firmada por los 8 Estados de la región (Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia). Es el foro político de cooperación regional de referencia sobre las cuestiones relativas al Ártico.

El Consejo Ártico no es un foro de gobernanza de la región, sino un foro de cooperación entre Estados árticos (así como de Estados no árticos, puesto que hay 13 Estados observadores, entre ellos Francia desde el año 2000). No puede ocuparse de cuestiones militares o de soberanía, que no son competencia suya, sus debates se centran en cuestiones en las que es más sencillo recabar el consenso, como:

  • la cooperación científica;
  • la protección del medioambiente;
  • el bienestar y el desarrollo económico de la población autóctona;
  • la seguridad de la navegación, etc.
    Gran parte de la labor del Consejo Ártico versa sobre cuestiones científicas o técnicas que son estudiadas por los grupos de trabajo temáticos.

Dos factores principales han ayudado a consolidar la legitimidad del Consejo Ártico :

  • Su relación privilegiada con la población autóctona cuyas organizaciones son «participantes permanentes». Pueden expresarse en las reuniones ministeriales al mismo nivel que los Estados.
  • El número creciente de Estados de fuera de la zona ártica que optan a ser observadores. En 2013, entraron países asiáticos: China, Corea, India, Japón y Singapur. Actualmente, el Consejo cuenta con 13 Estados observadores. La Unión Europea es «invitada permanente» pero hasta la fecha siempre ha sido rechazada como observador. La llegada de países considerados emergentes da fe del interés creciente por la región y sus recursos, pero también de que el Consejo Ártico ha tomado conciencia de la necesidad de sumar a Estados cuyas emisiones de gases de efecto invernadero inciden significativamente en el Ártico.

Reuniones del Consejo Ártico

Las reuniones ministeriales del Consejo Ártico congregan cada dos años a los ministros de Asuntos Exteriores de los Estados árticos. En ellas se cede la presidencia del Consejo de un Estado miembro a otro. Tras la presidencia islandesa (2019-2021), Rusia es quien asume la presidencia (2021-2023). En sus declaraciones finales, las reuniones ministeriales fijan las orientaciones políticas, las recomendaciones de los grupos de trabajo y el programa de trabajo para los siguientes dos años.

Se han adoptado 3 acuerdos jurídicamente vinculantes en este marco:

  • Acuerdo de Cooperación en materia de Investigación y Salvamento Aéreos y Marítimos en el Ártico (2011);
  • Acuerdo de Cooperación sobre la preparación y la lucha en materia de contaminación marina por hidrocarburos en el Ártico (2013);
  • Acuerdo sobre Cooperación Científica Internacional en la región (2017)
    Los textos no son actas del Consejo Ártico, sino acuerdos intergubernamentales negociados y adoptados dentro del marco de dicho foro.

Las reuniones de los Senior Arctic Officials (SAO) congregan a los altos funcionarios y/o embajadores encargados del Ártico de los Estados miembros. Estas reuniones garantizan el seguimiento periódico de la implementación del programa de trabajo decidido en las reuniones ministeriales, supervisan la actividad de los grupos de trabajo y, a través de los informes que redactan, informan en las reuniones ministeriales de los logros obtenidos. Las reuniones de SAO también sirven para preparar las declaraciones de las reuniones ministeriales.

Algunos aspectos de los retos árticos también se tratan en otros foros :

  • el Consejo Euroártico de Barents, del que la Unión Europea es miembro y Francia observador;
  • la dimensión septentrional de la Unión Europea;
  • la Organización Marítima Internacional o la Comisión Hidrográfica Regional Ártica de la Organización Hidrográfica Internacional.

También hay foros internacionales dedicados al Ártico :

  • El «Círculo Ártico», liderado por el expresidente islandés Olafur Ragnar Grimsson, es un foro que ha ganado en importancia para todas las partes interesadas en el Ártico. Responsables políticos, empresas y ONG se reúnen en Reikiavik cada otoño para hablar sobre un gran número de cuestiones.
  • El Consejo Económico del Ártico, que reúne a actores públicos y privados. Dando fe de la reciente dinámica en curso, el Consejo Ártico firmó en mayo de 2019 un Memorando de entendimiento con el Consejo Económico del Ártico.
  • Arctic Frontiers: iniciativa noruega que se traduce en una importante cita anual en Tromsø sobre cuestiones árticas.

La política de Francia en el Ártico

Francia, nación polar

Uno de los primeros países en instalar una base científica en el Ártico

Francia, con una tradición de exploración y expedición en regiones de latitudes altas, se ha afirmado como una nación polar. Tiene presencia científica permanente en el Polo Ártico y en el Antártico. Todas las infraestructuras terrestres y medios logísticos franceses en las zonas polares están gestionadas por el Instituto Polar Francés Paul-Émile Victor (IPEV), agencia científica de medios y competencias.

Francia instaló, ya en 1963, una base de investigación científica en el archipiélago noruego de Svalbard, donde comparte una base permanente con Alemania en el pueblo científico internacional de Ny-Ålesund, la base AWIPEV. También dispone de una base aneja, la base Jean Corbel, situada a 5 km de Ny-Ålesund.

La investigación francesa movilizada

Francia es 11.ª entre las naciones científicas con más publicaciones científicas sobre el Ártico (a modo de comparación, es 5.ª en todo el mundo en publicaciones sobre la Antártida). Los equipos científicos franceses y el Instituto Polar Francés Paul-Émile Victor tienen muchos vínculos de cooperación con socios extranjeros.

Más información sobre el Instituto Polar Francés Paul-Émile Victor

Francia se basa en esta experiencia y en su red de científicos para contribuir a la labor de los seis grupos de trabajo del Consejo Ártico:

  • Arctic Monitoring and Assessment Programme (AMAP);
  • Conservation of Arctic Flora and Fauna (CAFF);
  • Protection of Arctic Maritime Environment (PAME);
  • Emergency Prevention, Preparedness and Response (EPPR);
  • Arctic Contaminants Action Program (ACAP);
  • Sustainable Development Working Group (SDWG).

Acción diplomática de Francia en el Ártico

Francia considera que el Ártico es una zona ecológicamente sensible en la que deben expresarse los intereses nacionales desde la lógica del interés general a largo plazo.
Los problemas relativos a la explotación económica, al medioambiente y a la seguridad marítima la obligan a tener más en cuenta esta región debido a sus intereses globales y sus responsabilidades con la comunidad internacional.

En 2016, adoptó una « hoja de ruta nacional sobre el Ártico que da un marco de trabajo para poner en coherencia y priorizar las iniciativas relacionadas con los retos y desafíos del Ártico desde una lógica de interés general a largo plazo.

Desde 2009, la acción diplomática de Francia en materia polar se ve reforzada por el nombramiento de un embajador. El ex primer ministro Michel Rocard ocupó dicho cargo de 2009 a 2016 y Ségolène Royal tomó el relevo de 2017 a 2020. En noviembre de 2020, el presidente de la República Francesa nombró a Olivier Poivre d’Arvor como embajador responsable de polos y cuestiones marítimas.

Más información sobre la hoja de ruta francesa para el Ártico

Para Francia, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 10 de diciembre de 1982 es el marco jurídico que debe regir cualquier actividad que afecte al océano Ártico. Según la convención, los retos de gobernanza en el océano Ártico exigen que se halle un equilibrio entre los intereses de los Estados costeros y los de los demás Estados.

Francia apoya un enfoque de precaución medioambiental multisectorial fundado en la preservación de los ecosistemas marinos árticos y suscribe el principio según el cual el Ártico es una «zona piloto para el desarrollo de la tecnología verde».

Implicada en la protección del medio marino ártico, ha apoyado la elaboración del Código Polar en la Organización Marítima Internacional. Francia fomenta el desarrollo de una navegación de recreo que respete el medio ártico y milita por que se tomen medidas para limitar el impacto de la navegación en los mamíferos marinos.

Actualización: agosto 2021