Una disciplina viva para estudiar el pasado: métodos específicos y tecnología punta en arqueología

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Una disciplina viva para estudiar el pasado: métodos específicos y tecnología punta en arqueología (23 de diciembre de 2016)

La arqueología, basada en el estudio del pasado, no deja de ser una disciplina fundamentalmente innovadora, que se renueva continuamente gracias a la introducción periódica de nuevas tecnologías.

La llegada continua de nuevas herramientas

La segunda mitad del siglo XX trajo avances importantes para la investigación arqueológica, como la datación por carbono 14, desarrollado a principios de la década de 1960, que constituye sin duda el avance más emblemático. Desde entonces,la innovación ha sido continua, para enriquecer el abanico metodológico de los investigadores.

A partir de la década de 1960, la influencia anglosajona ha contribuido al desarrollo de una corriente epistemológica,la «nueva arqueología», que renovó profundamente la metodología. La arqueometría, una disciplina que emplea métodos físicos y químicos para la arqueología con el objetivo principal de permitir la datación, y sus distintas ramificaciones se han desarrollado a raíz de ello.

Estos métodos siguen siendo a día de hoy bases importantes de la investigación arqueológica, pero la innovación ha proseguido, resultando en una diversificación que ofrece constantemente nuevas posibilidades para resolver algunos enigmas históricos. La arqueología se ha sumado a la era digital, que ha multiplicado su capacidad de análisis. Entre otros muchos avances,la fotogrametría permite reconstruir en 3D objetos, restos y yacimientos arqueológicos difícilmente visibles a veces; el LiDaR (teledetección láser) permite ver a través de la selva;las herramientas cartográficas permiten un enfoque espacial de las excavaciones.
Interdisciplinariedad y nuevas tecnologías: los impulsores de la arqueología del siglo XXI.

En la actualidad, la arqueología sigue esencialmente un enfoque pluridisciplinario que permite entender el hombre y las sociedades antiguas de forma global. Está a caballo entre las humanidades (antropología, historia, historia del arte, epigrafía, etc.) y las ciencias exactas. La aportación de la biología (arqueozoología, arqueobotánica, etc.) y de las tecnociencias se suma a los enfoques culturales y permite a los investigadores reconstruir los entornos en los que vivían las sociedades antiguas. Los últimos avances digitales permiten por ejemplo desarrollar nuevas formas de representación espacial.

Encontramos esta diversidad de recursos disciplinarios y metodológicos en cada misión. Así pues, para entender la función y la organización de los numerosos complejos arqueológicos de la cuenca del Upano, en Amazonia, el equipo del programa «Eden» (en Ecuador) emplea la complementariedad que le proporcionan los medios aéreos y la prospección LiDaR para localizar los yacimientos y la tradicional recolección geológica sobre el terreno. El análisis y la interpretación de los datos se basan en el cruce entre etnología, antropología, ceramología, arqueobotánica e incluso vulcanología.

La comunidad científica francesa desempeña así un papel muy activo en el desarrollo de esta complementariedad metodológica. La apuesta por la innovación se renueva continuamente gracias al dinamismo de los laboratorios de investigación y de los equipos de campo. El trabajo del laboratorio IPANEMA (CNRS) es un ejemplo de esta sinergia. Ha permitido revelar recientemente el método de fabricación del amuleto más antiguo del mundo, encontrado en Pakistán. Francia destaca de forma notable en algunas especialidades con su saber hacer, como la arqueología submarina o la arqueología preventiva (cuyo objetivo es proteger los yacimientos amenazados por proyectos de ordenación del territorio).